Noche 2: Tafí del Valle

El viaje a Tafí es un paseo en sí. Por eso Silvia me pidió un asiento sobre la ventanilla, para que lo aproveche. Y vaya si lo aproveché.
A poco de salir de la ciudad hacia el sur, para rodear los cerros, comienza a subir la ruta y pronto entramos en las yungas, la selva tropical de altura del norte de Argentina, que se exetiende por varias provincias norteñas.
No pude dejar de acordarme del paisaje muy similar que vi en Costa Rica cuando fuimos hasta el volcán Poás.
Mi compañero de asiento, un jovencito que iba a jugar al fútbol todos los fines de semana a Tafí y a ver su novia, me confesó que luego de un año de hacer ese recorrido todavía no se acostumbraba a la altura, el camino de cornisa, etc.. Por eso siempre viajaba del lado del pasillo, y trataba de dormir y no ver. Lo único que le maravillaba eran las piedras, que decía no había visto en ninguna parte como las que veía en Tucumán.

Llegué a Tafí pasado el medio día y la prioridad era conseguir alojamiento. Encontré muy rápido algo no tan barato, pero no me quedaban muchas alternativas. Todos los datos que me había dado Silvia estaban completos, por ejemplo.
Almorcé a pocas cuadras de ahí en lo de los Santiagueños. No pude resistirme a comer un trozo de cabrito asado mirando los cerros que rodean el valle. tomé una foto desde mi mesa para que vean lo que tenía enfrente mientras comía, escuchaba los distintos acentos de los turistas y viajeros de las otras mesas, y al cantante del restoran entonar baladas, y canciones folclóricas.
Por la tarde caminé por la ruta a Amaicha del Valle hasta el Cristo que hay saliendo del pueblo, unos 3 kilómetros más o menos en camino ascendente.

A la vuelta hice dedo y me dieron el aventón unos turistas italianos que iban en un auto alquilado de vuelta a San Miguel, venían de Cachi y Cafayate en Salta. Se quejaron del costo del alquiler del auto con la frase: "cuesta un ojo de la cara" pronunciada con acento por el muchacho, y arrastrando mucho la jota, sonó gracioso.
Cené en un comedor de los mismos dueños del hostal. Acompañé mi omelette con queso de cabra del valle con una cerveza artesanal muy rica tipo belga (Stella Artois, la frutada).

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